Siempre apunto.

sábado, 25 de junio de 2016

EL PRIMER ANDÉN.

Nos conocimos 
entre el primer andén,
y su última lágrima. 

Decía que quería volar,
y yo le convencí
de que sonreír
también es abrir las alas. 

Me miró
con cara de pocos amigos
y mirada de 
‘quiero follar contigo’. 

Se desabrochó 
el primer botón de la camisa, 
y abrió las puertas 
a mi fantasía 
de hacer turismo 
en el centro de sus piernas. 

Desprestigiamos al amor
e hicimos de aquella habitación 
la soledad de destrozar el colchón 
con alguien 
a quién no te declararías
en una estación de tren. 

Gimió seis atardeceres,
y al séptimo amanecer, 
volvió de nuevo

al primer andén.

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